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sábado, 22 de diciembre de 2012

En la orilla contraria







En la orilla contraria
 al alma mía
 nace la flor.
Y yo envuelto en éstas alas rotas,
no puedo impedir
prohibirme,
 día a día,
de su aroma.

Sólo en las tertulias del viento
puedo escuchar su voz.
Vuela pegada
a los silencios desaforados
que me castigan
en la quietud del ocaso.

Singulares recodos de sombras
 se aproximan.
Y entre sus trenzas
intento sujetar
la llegada de la noche.

Pero la noche,
 inevitablemente
 cae
y le dará de beber un rocío
que no es el mío,
desgranando lentamente
el rojo
para que los nudillos de la ausencia
me golpeen la cara.

Cuando me cubra de cenizas el alba
 dormiré
en el suspiro alado
del olvido,
sintiendo como explota
mi pecho en su vacío.

Como poder volver el tiempo atrás,
aquél en el que era polvo
danzando entre el céfiro
y este río.

El cielo pinta su arrebol.
Me duele ver como
en la orilla contraria
al alma mía
crece exultante,
.  .  . la flor

jueves, 13 de diciembre de 2012

Te fuiste.








La niebla no pudo cubrir tus pasos,
los cuento cada mañana
esperando verlos volver.
Dándome la espalda
acariciaste la noche,
y mis manos desesperadas
querían alcanzarte,
pero yo no las dejé.

Y te fuiste .  .  .
y me quedé apretando las sábanas
creyendo que mis puños
encarcelarían tu presencia.

Pero no fue así.
Igual te fuiste . . .

El sol cayó pesado en mi cuarto
y se posó en mi frente.
Calentando mis ojos
me despertó del sueño,
ese sueño donde un hilo
todavía me ataba a ti.

Y pude ver el bosque
a través del árbol
que crecía en mi ventana.
Y lo pude ver, cubierto de otoño,
desnudo,
llorando la última primavera
que lo hizo tan feliz.
Una lágrima mía,
fue testigo mudo
de la maravilla de esas hojas,
que en su caída,
se abrazaban a un adagio con el viento.

Y te fuiste .  .  .
sin siquiera dejar una huella
que pudiera seguir.

En mi ventana gotea el otoño.
Y en este cuarto solo,
la primavera que guardé para ti,
dejó de crecer.
Porque creí que cada rosa que cultivaba
te acercaba a mí.

Pero no fue así.
Igual te fuiste .  .  .

Y mi cuerpo se disfrazó de otoño,
y cada hoja que se me cae .  .  .
me duele a ti.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Deseos fugaces








En el costado hueco del mar
caen de a montones las estrellas
acaparando entre sus tesoros,
 los deseos.

Parecen lágrimas del sol
enjugándose entre sus lunas.

El céfiro de abril,
desgrana sin saber
 las amapolas.
Y entre las hojarascas sepias
de este otoño,
 desfallecen los amores,
que no debieron germinar.

Y estos recuerdos
que tanto tardan en ser olvidos,
se convierten en dagas eunucas
que se vengan por placer.

En la piel solo queda el roce
y en los labios,
media gota de sabor.

Besos robados a media noche.
Palabras huecas
en boca de marionetas,
que maneja el amo de la mentira.

Y en los corazones rotos
de aquellos brotes,
 el sueño
de transformarse en flor.

Sólo vislumbres,
 relente efímero
como toda estrella fugaz,
que en el costado hueco del mar
desapareció con los deseos.


jueves, 6 de diciembre de 2012

Dame una señal







Miro ese cielo
apretujado de estrellas
donde solo una luna cabe.

En ese edén inmenso
del que se desprenden gajos
de oscuridad y silencio,
puedo ver tus ojos
y en algún momento espero,
que tu cuerpo caiga sobre mí.

El rocío. . .
que he confundido con mis lágrimas,
moja mi cara.
Bebo de él
porque allí te encuentro.

Te busco en ese infinito
porque se que estás.

En esta soberbia quietud,
queda revelada tu presencia.

Me siento desnudo de mí
porque nada tengo.
Desarropada ha quedado mi alma
porque te has llevado todo.

Regresaré aquí,
todas las noches de mis noches
a beber de mi rocío
hasta verte parpadear.

Matando mi tiempo en contar
cada estrella nueva que aparezca
e implorándole a ese cielo,
que te deje notar.

¿ Cuál de todas serás. . . ?
Me repito hasta el cansancio.

Hazme una señal,
para partir este silencio.
Y en este cielo inmenso
 brillaré junto a ti.

jueves, 29 de noviembre de 2012

La última lágrima, la última hoja.









Los violines suenan lejos,
tan lejos,
que su melodía llega agostada.
Hastiada de treparse en los árboles
para poder sonar.

Esa melodía de tu voz
ya no la siento,
se enreda en esas ramas
que nunca pude alcanzar.

¿Cuántas lágrimas han caído?
¿Por cuántas grietas han corrido
para poderse encausar?

Pero esta fue la última
y en su caída al vacío,
no pudo echar vuelta atrás.

La lluvia rueda en el aire
sin poder asirse en la nada 
para poner fin a su destino.
Golpea muda la calle
sin romper el silencio,
que sigue sin hablar
respetando la ausencia.

Piso el otoño
deshojado en mi vereda.
Hojas secas, pintadas de sepia,
que ocultan las huellas
que dejaste al partir.

El relente dice que la lluvia cesó.
Que ese ácido de tu olvido,
ya no quemará mi piel.
Que en el vapor de los sapos,
agonizante se va tu historia.

El viento juega entre la hojarasca
llevándose las humedades.

Pegada, adherida .  .  .
como un claustro recuerdo en mi suela, 
caminará conmigo también,
la última hoja de este otoño.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Entre rojos y sombras




Se visten de rojo las sombras,
aislando el sol de la calle.
Lo demás.  .  .
es solo atmósfera,
que ronda en titubeos,
de lunas y valles.

Y en ese rojo de sombras,
pesa liviano tu cuerpo en mis brazos
empapado en el cansancio,
de un amor furibundo.

Tan cerca de ti me encuentro,
que puedo beber
un poco de tu alma.
Que puedo allanarte,
de caricias la espalda.

Tan dentro de ti me siento,
que puedo sentir
el latir de tu calma.
Que puedo enjuagar
en tu ser mis entrañas.

Entre rojos y sombras
te encuentro.  .  .
y agazapada tu piel  me llama.
 Sordo es el grito,
que mi nombre exclama.

Entre rojos.  .  .
tus ríos son fuego.
Entre sombras.  .  .
mi sed lo apaga.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Todo huele a ti







Esa lluvia
que le da muerte al silencio,
que lo doblega,
que lo abarca,
cae verduga
vestida de negro
para ganar la batalla.

El cristal recoge sus ojos
y sintiéndose vencido,
 se pone a llorar.

Todo huele a ti.
La noche huele a ti . . .

Es elocuente y tensa
la espera,
cuando no se sabe que esperar.
La rosa parece insulsa,
parece rosa nada más.

Todo huele a ti.
La madrugada huele a ti . . .

Implacable golpea la lluvia
embadurnando de lodo el jardín.
La rosa, sigue pareciéndose a una rosa
que se resiste a sucumbir.

Todo huele a ti.
La lluvia huele a ti . . .

Menos la rosa,
que sólo parece rosa,
desde que te alejaste de mí.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Caronte







Al fin el sol
ha soltado una lágrima.
Ácida, hirviente . . . de magma.
Se quiebra el vuelo del ave
que ya no encuentra el norte.
Y yo, espero la sombra
en las raíces de la orilla.

El silbido de un ánima
tumbó el último segundo,
y con él,
se desataron mis años de espera.
Siempre aquí,
hechando raíces
en esta enlodada orilla.

El óbolo es agrio metal
bajo mi endurecida lengua,
pero es mi seguro pasaje
a la ribera extraña del Aqueronte.

El remo cala hondo las aguas
llenando el silencio
de espumas removidas.
El mascarón de proa rompe la niebla
y emerge el esperpento de Caronte.
El barquero que me llevará
al vergel del Hades donde te encuentres.

¡ Ay alma mía .  .  . !
Sólo un río me separa de ti.


jueves, 15 de noviembre de 2012

Un instante






La respiración se calma
y la sangre vuelve a su curso.
Se puede sentir como se apaga
cada trozo de luna
anidada en tus poros.

Se muere el instante.
Fallece esa escasez de tiempo
en la oquedad del puño,
mientras el sol florece junto al jardín
al pié de la ventana.

De la noche,
. . . la nada.

Lo poco de ella, se quedó a contraluz
y se asfixiaron sus raíces.

Fue quizás la última.
La que será eterna
en el recuerdo de ese instante.

Por la tarde,
la hélice de tu barca se irá
buscando un norte que no conozco.
Y no podré subir.
No fui invitado por el destino
que me ha dejado
al cuidado de tu sombra.

Sombras que serán viajeras
y moradoras de mil crepúsculos.
Destino que quedará atado
a ese sólo instante.

Que quizás fue el último .  .  .
y donde quizás por esa última vez
me veré llorando,
aferrándome como un niño,
en el fondo de tus ojos.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Volveremos a ser








Seré sólo sombra
cuando el viento arrebate
lo último de mí.
Cuando por esa ventana,
olvidada entreabierta,
mi alma sea también viento
escapando de mi carne.

Se inundará de huérfanos
mi espacio,
buscando hospicio.
Me llenaré de soles
que no podrán atardecer.

Seré la palabra extraviada
buscando el verso.
Gotas de tinta embrujada
sin saber a donde ir,
diluidas en escritos
con sabor a viejo,
y  papeles arrugados
sin nada que decir.

Se llenarán de gusanos
mis manos,
que comerán mis caricias.
Será mi aliento sólo una brisa,
que ni el espejo empañará.

Seré de nuevo polvo y no cenizas.
Seré otra vez la tierra
que sembrarás.
Virgen mi flor renacerá
en todas las primaveras
que te rodeen.
Seré ese polen que merodee,
la rosa en que tú
me esperarás.


jueves, 1 de noviembre de 2012

El último pétalo




Lágrimas que se secan
en el ardor de mis ojos,
ya ciegos,
de tanto mirar tu ausencia.
Se enmudece tu nombre
arrojado al viento,
en ese valle de ecos
que parece tan distante.

Guarecida en las sombras
te has ido,
y más que un puñado de mí
te has llevado.
Sólo tu imagen en mi espejo
quedó plasmada.
Y aquella flor,
que de un cantero,
para ti he robado.

Mercader 
es el silencio de tu olvido.
Verdugo insano
que amalgama mis sentidos.

Apretujando en mi boca
el humo del hastío,
intento en su tibia niebla 
dibujarte.
 
Pero artero y diablo
 mi destino,
me sentencia a ver
como pálida tu rosa, 
llora el último pétalo.

Lo siento caer mecido,
marchito y abatido,
en su fragancia seca.

martes, 30 de octubre de 2012

Déjame







Déjame desvestir tu timidez
desnudando el manto que la cubre.
Déjame despertar esa paciencia
que duerme cansina en tu piel.

Déjame extraer de cada poro
la savia urgente de ese ser.
Déjame humedecerte, mojarte,
empaparte
con cada ola de mi furia.

Gota a gota la clepsidra de mi sed
se desprende de mis dedos.
Se trizan mis ganas
sólo pensándote.

Déjame escuchar a tu corteza explicar
¿ el por qué de su desierto ?
Déjame escucharla gritar
ungida en su placer.

Déjame ver tu mirada ausente
reposar en la nada.
Déjame hacer que mi fuego
se abalance sobre ti.

Puedo mostrarte como llegar al sol
sin convertirte en cenizas.
Puedo grabar mi nombre en tu piel
solamente en dos caricias.

Déjame entrar por la noche
cabalgando en tus sueños.
Ser tus sábanas,
ser tu dueño .  .  .

Sólo déjame intentar .  .  .

domingo, 28 de octubre de 2012

Vuelo sin fin







Vuelas misteriosa
por los hilvanes del silencio,
rasgando el cielo,
como si fueras hiedra
trepándose a un muro azul.

Voces que cuelgas del viento
murmuran roncas tu destino,
y se desprenden tus lágrimas,
cayendo en lluvia,
sobre las alas escondidas
de los pájaros.

Vuelas alto hasta atrapar el tiempo,
transformándote en instante.
Deshojando el segundo
para que parezca eterno.

Enredas los lirios en tus cabellos
y bebes del aroma de su flor,
para posarte mansa e incólume
sobre mi sueño.
Para regar  tu hechizo
sobre mi ser.

Vuelas plena, abriendo tus alas
regalándole tu rostro al sol.
Desgranando libertades cautivas,
liberando soledades asidas.

Creces en mis fantasías.
Alucinaciones con gusto a utopías.
Viertes como fuente mágica en mi mente,
.  .  . para existir,
para fluir, libando los deseos.

El vuelo del ave que emigra,
es oráculo que guía tu hado.
Destinado a dormir en mis manos
ese sueño sin fin.


miércoles, 24 de octubre de 2012

Libera al fin la noche






Cuando el silencio se hace amigo
es porque nos está abrazando el alma.
Trae consigo
la oquedad de la ausencia,
o la llave oxidada de algún secreto.

Cuanto camino por delante,
y yo aquí,
atascado en esta piedra.
He andado y desandado
y vuelvo siempre
al mismo lugar.

El ocaso duerme su mansedumbre
bajo el cobijo del horizonte,
y el recuerdo,
sigue siendo la única moneda
habitante de mis bolsillos.

Encuentro el sol ardiendo en mi espalda,
buscando una gota de ti que lo apague.
Parece un milenio,
en que fue noche.
Pareciera que la eternidad
se apoderó del día.

Necesito de la noche
para evaporar los deseos.
Necesito de las sombras
para  callar el silencio.

Es que solo en la luna
bailo contigo
el dueto que esconde
en su lado oscuro.

¡ Horizonte ardido. . . !
Abre esa tangente,
y que la opacidad se derroche.
¡ Libera al fin la noche.  .  . !
Para soñar en su umbría.


jueves, 18 de octubre de 2012

Alzando la voz








Tanto se pueden honrar
las tumbas de los bien paridos,
como se puede aceitar el óxido
del miserable.
Todo da igual
en el mundo dividido
por profetas de poca talla,
que perfuman la mentira
para que parezca verdad.

La voz se calla y el río se turba,
trayendo lágrimas sucias
cuando el cauce se baña
en el lodo mediocre.

El cansancio del cuero
se hace frágil.
Los azotes crispan
el alma del esclavo
que ahuyenta el dolor
en la misericordia de su Dios.

El cuervo ha hecho nido
en la banca,
para cuidar de cerca
sus pichones.
Para alimentarlos de pájaros caídos.
Para comer el ojo de quien se asome.

Benditos los dientes
que explotan en la ira
para hacer oír su voz.
¡ Libre al fin la palabra !
que no es trueque de mercado.
¡ Libre el pensamiento !
del hombre subyugado.

¡ Ay !. . . de aquellos
 mercaderes del hambre.

¡ Ay !. . . de quienes
 lucran con el dolor.

La moneda,
siempre que se arrojó
mostró su cara,
porque la plebe,
siempre llevó la cruz.

Las cadenas han sufrido
la herrumbre de los años.
Los pueblos se han levantado,
y erguidos .  .  . ,
caminan llevando esa voz .
En el aire,
se huele el aroma de la VICTORIA.


Seremos polvo








Dormidas las mariposas
han quedado en tu carne.
Parte de ti
que fue parte de mí,
se mezcló con las sombras
y partió al norte,
donde el invierno es más frío,
donde la flor es de escarcha,
donde el sol ya no alumbra,
donde el amo es el olvido
y el recuerdo
solo es mesa de domingo.

Por el ventanal entra el universo
para depositarse en mis ojos.
El azul se hace cielo,
y la noche enlutada
salpica sobre el vidrio
las lágrimas de su viudez.

No logro que el espejo
refleje mi sonrisa.
Mis labios se fueron pegados
al último beso.
No logra mi aliento
empañar tu nombre.
Se fue con tu hálito
abrazado en el viento.

Te busco .  . .
en cada pliegue,
en cada arruga del tiempo.
Te busco entre los trastos.
Debajo del eco que esconde el silencio.

Te escapas, te burlas, te ocultas.
Eres sombra chinesca,
atrapada entre los muros
donde hierve mi locura.

Te llevaste lo poco.
Te llevaste lo mucho.
Hasta mi soledad se fue contigo
disimulada en la mortaja ocre
que vestía tu cuerpo.

Me queda la espera envejecida,
como bastón
de mis postreros latidos.
Me queda el marco enmohecido
de tu mejor rostro,
musa apetente
de tantas poesías.

Nuestra cama ahora es lecho
de mi último sueño.
Vagaré hasta encontrarte
en tu Reino de Hades,
y el alba, ha de ser testigo
de nuestro encuentro.

Seremos de nuevo polvo,
expandido en el universo.

lunes, 15 de octubre de 2012

El silencio

 
 



En el placer del silencio,
navegan calladas
las palabras del recuerdo.
Los pétalos marchitos,
se enjugan en su savia
para florecer nuevamente.

Y en ese eco de nada,
flota tu nombre,
que se acerca a mí
montado en una lágrima rota.

Si hasta tu rostro,
me ofrece una mejilla
casi desvanecido,
entre el humo de la nostalgia.

Cuantos cadáveres tuyos
yacen en el fondo del cenicero.
Cuanto de mi sangre he bebido
con esa última gota de vino.

Que sugerente es el silencio,
cuando esas palabras muertas,
se transforman en fantasmas,
y desaparecen,
con el chasquido de mis dedos.

En el placer de este silencio,
arrullo un recuerdo cada día.
Curándome de ti.  .  .  .
Espantando esos fantasmas
que me habitan todavía.
 
 

domingo, 14 de octubre de 2012

La culpable es esa rosa








La razón hace equilibrio
entre las estrellas
mientras juega naipes
con la luna.

De reojo observa como el sol
raya en el horizonte oscuro,
y teme perder con el alba
lo poco que le queda de cordura.

La sombras se alejan
dándole paso a la flor,
para que la luna
sea perla en su boca,
para que el sol
le tiña la piel de su arrebol.

Brota el rocío de un pétalo
como el sudor
brota tibio del poro.
La espina se hace vello,
frágil vello,
erizado en su cintura.

Carmines son los labios
entreabiertos de la rosa.
Abrigadero del deseo,
encuentro extremo
de dos bocas.

La razón hace equilibrio
hipnotizada por la flor.
La cordura es un delirio.
La culpable .  .  .
es esa rosa.

jueves, 11 de octubre de 2012

A escondidas








El atardecer cae herido,
y el sol casi fenecido
araña la última sombra,
resistiéndose a la muerte.

El polvo seco
se humedece en rocío,
y la flor nocturna
expande sus pétalos,
para que la fecunde de luz
un rayo de estrella.

Los habitantes de la noche
despiertan del letargo,
y los sueños sin dueños
se montan a la brisa,
para acariciar
el rostro oculto de la luna.

Emerge entonces tu figura
de aquél espejo de mar,
y yo podré acariciar
por ese instante, tus huellas.

Efímero y perecedero tu andar,
 colma mis playas de espera.
Te engalanas de estrella fugaz
trocándome el sueño en quimera.

La noche cae herida,
y la luna casi fenecida
araña el último rayo,
resistiéndose a la muerte.

Esperará mi deseo un tiempo más
hasta que fallezca de nuevo el día.
Aunque sea tus huellas tocar
por un instante.  .  .
en un efímero roce a escondidas.


lunes, 8 de octubre de 2012

Guerrera soledad

 
 
 




Al margen solamente quiero estar,
observando las últimas batallas.
Caminante eterno he sido,
luchador en mil contiendas.
Buscando ese destino,
esa sombra digna de mí.

Fiel enemiga,
que cabizbaja pasas frente a mí,
planeando tu estrategia de vencerme.
Llevas mis heridas pegadas,
y yo, rastros tuyos guardados
que no dejo ver..

Devuélveme el destino.  .  .
Devuélveme mi sombra.  .  .

Tentaciones en mi camino
que no pude vencer.
Hasta la muerte he perdido,
y ser eterno es mi castigo
que no supe merecer.

En el país de los dos soles,
donde no existe la luna,
he de buscar mi umbría.
Y en ese pasto negro y seco,
me haré cargo de ti.

Guerrera soledad,
que me has robado todo.

Harto de vos.  .  . !!
Cansado de que me sigas.

Seré hombre o soledad.  .  .
según termine la partida.

 

domingo, 7 de octubre de 2012

Mansa desnudez










Se debilita el fanal
que frágilmente te cubre,
y por esas grietas hinchadas
de tantos deseos
se cuela mi nombre,
quebrando esa humedad,
que ahoga una a una,
sus letras.

La tierra declama su sed
apeteciendo una lágrima más,
.  .  . la última fue polvo.

De las espigas del viento
me aferro 
para volar con él.
Pues es el viento,
el que roza los vértices de tu cuerpo.

Anclada queda mi barca
en tu boca,
esperando la pleamar.
Esperando que la clepsidra
gotee de a uno tus besos.

Mi piel y su brío
reclama ser víctima
de tu tacto verdugo,
y la entrego en sacrificio
al filo áspero
de tus mordiscos.

Y te quedas ahí .  .  .
mareada sobre tus pies
en el abismo,
para saltar al vacío,
sabiéndote segura
que mis brazos te atraparán.

En tu hospicio,
los pequeños sueños bailan
asilados por la noche.
Y en las fronteras tórridas
de mi cuerpo,
tu mansa desnudez
se duerme.

jueves, 4 de octubre de 2012

Noche de locura




 La noche teje sus eslabones,
he hilvana estrellas cómplices
de la locura.

Plasmados los espectros,
vigilan silentes, como dos lunas,
se roban algunas sombras
dejando solo harapos de luz.

Y en esas penumbras,
tus ojos duermen.
Y en ese silencio elocuente,
tu respiración se calla.

Recojo en mis yemas,
el sudor crudo de tu espalda.
Y en mi boca yacen,
todos los límites
de tu cuerpo que descansa.

Flagrantes tus poros,
denuncian la impasible ambrosía.


Disfrazados de basalto negro,
tus ojos me claman,
pero el tiempo se hace arena en mis manos.

El sol en tu frente,
anuncia mi partida.

La noche desteje sus eslabones,
y deshilvana las estrellas cómplices
de la locura.

Y te abrazas a mí,
junto al olor de tantos sueños.
Y la distancia aparece.
Y el día dice adiós,
cimbreando
en mis manos apetecidas.

lunes, 1 de octubre de 2012

Miénteme

 
 


Esta noche solo calla. .  .
 Que las palabras y perdones,
queden afuera esperando.

Desviste el alma muda,
de mil silencios pegados.

 Miéntele a tu piel y a tus temores,
como miente el mar a su espuma,
como miente el viento en su fuga,
para no sentirse atrapado.

Miénteme tú, en el sociego,
de acariciar mi locura.

Esta noche solo calla. .  .
Dibuja en mí la ilusión,
como dibuja el alba en sus soles,
las lunas desaparecidas.

Esparce en mí tus sabores.
Recoge en tí la ternura.
Que escurra el rojo en tu carne.
Que muera en mí tu cintura.

Miéntele tú, al deseo,
 de recordar mi cordura.

Esta noche solo calla.  .  .
Que tu boca, solo roce mi nombre.

Miénteme así, sin más.  .  .
Sin esperar los perdones.
Solo miente, y me tendrás,
atado a tí sin razones.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

domingo, 30 de septiembre de 2012

El espejo



 




A veces no sé
si es tan sabio el espejo,
dudo si es verdad que me refleja.

No veo en él
mis escritos,
mis papeles viejos.
Tampoco se ve el tiempo,
descansando al pié
de mis cimientos.

Nunca podrá  saber
que es lo que musita
mi silencio.
A menos que converse con él,
y  mi silencio
es reflejo mudo en el espejo.

¿Cómo puede saber mis años?
los que cargo en la mirada,
y los que en la sonrisa aparento.
Si supiera de mí,
hubiera estado allí
cuando casi estuve muerto.

Es hipócrita el espejo
cuando declama
¡soy lo que veo!
Si lo que veo es un reflejo
¡mirándome!
sin saber de que estoy hecho.

¿Sabrá de mi felicidad el espejo?
si él sonríe,
sólo, si yo lo dejo.
Las tristezas no las encarna,
están caladas junto a mis huesos.

A veces no sé
si es tan sabio el espejo.
Si solamente es cáscara
pegada a un vidrio añejo.

martes, 25 de septiembre de 2012

Perpetuo recuerdo








La caricia camina lenta
entre tu espacio y mi piel.
Recorre el poro fértil,
desnudo y empático,
inundado de humedad.

La longitud de tu boca
se hace horizonte cercano.
Y el aliento
huele a daga profunda
que se clava por proximidad.

Inconexa tu mirada
es sólo mía.
La jaula gris de esas pupilas
encierran mi sombra.

Abrazados ruedan los silencios
por el tobogán de tu espalda,
para calar en tu cintura
en un apretado y afásico grito.

Desmoronado cae el instante.
Ya no es tangible el segundo
que palpita en el pulso.
Y parecemos fallecer
en un vahído profundo.

Arqueado, tu cuerpo es huésped
de mi abrigadero.
Incólumes tus miedos
quedaron atrás.

 Pairo se recuesta el cabello
en tus hombros,
y tus ojos son presa
de la mansedumbre de un sueño.

Diferente clareará hoy el alba.
Otra será la mirada
que verá el amanecer.
Perpetuo será el recuerdo
de esta noche,
de sombras y velas
que te convirtió en mujer.