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jueves, 29 de noviembre de 2012

La última lágrima, la última hoja.









Los violines suenan lejos,
tan lejos,
que su melodía llega agostada.
Hastiada de treparse en los árboles
para poder sonar.

Esa melodía de tu voz
ya no la siento,
se enreda en esas ramas
que nunca pude alcanzar.

¿Cuántas lágrimas han caído?
¿Por cuántas grietas han corrido
para poderse encausar?

Pero esta fue la última
y en su caída al vacío,
no pudo echar vuelta atrás.

La lluvia rueda en el aire
sin poder asirse en la nada 
para poner fin a su destino.
Golpea muda la calle
sin romper el silencio,
que sigue sin hablar
respetando la ausencia.

Piso el otoño
deshojado en mi vereda.
Hojas secas, pintadas de sepia,
que ocultan las huellas
que dejaste al partir.

El relente dice que la lluvia cesó.
Que ese ácido de tu olvido,
ya no quemará mi piel.
Que en el vapor de los sapos,
agonizante se va tu historia.

El viento juega entre la hojarasca
llevándose las humedades.

Pegada, adherida .  .  .
como un claustro recuerdo en mi suela, 
caminará conmigo también,
la última hoja de este otoño.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Entre rojos y sombras




Se visten de rojo las sombras,
aislando el sol de la calle.
Lo demás.  .  .
es solo atmósfera,
que ronda en titubeos,
de lunas y valles.

Y en ese rojo de sombras,
pesa liviano tu cuerpo en mis brazos
empapado en el cansancio,
de un amor furibundo.

Tan cerca de ti me encuentro,
que puedo beber
un poco de tu alma.
Que puedo allanarte,
de caricias la espalda.

Tan dentro de ti me siento,
que puedo sentir
el latir de tu calma.
Que puedo enjuagar
en tu ser mis entrañas.

Entre rojos y sombras
te encuentro.  .  .
y agazapada tu piel  me llama.
 Sordo es el grito,
que mi nombre exclama.

Entre rojos.  .  .
tus ríos son fuego.
Entre sombras.  .  .
mi sed lo apaga.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Todo huele a ti







Esa lluvia
que le da muerte al silencio,
que lo doblega,
que lo abarca,
cae verduga
vestida de negro
para ganar la batalla.

El cristal recoge sus ojos
y sintiéndose vencido,
 se pone a llorar.

Todo huele a ti.
La noche huele a ti . . .

Es elocuente y tensa
la espera,
cuando no se sabe que esperar.
La rosa parece insulsa,
parece rosa nada más.

Todo huele a ti.
La madrugada huele a ti . . .

Implacable golpea la lluvia
embadurnando de lodo el jardín.
La rosa, sigue pareciéndose a una rosa
que se resiste a sucumbir.

Todo huele a ti.
La lluvia huele a ti . . .

Menos la rosa,
que sólo parece rosa,
desde que te alejaste de mí.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Caronte







Al fin el sol
ha soltado una lágrima.
Ácida, hirviente . . . de magma.
Se quiebra el vuelo del ave
que ya no encuentra el norte.
Y yo, espero la sombra
en las raíces de la orilla.

El silbido de un ánima
tumbó el último segundo,
y con él,
se desataron mis años de espera.
Siempre aquí,
hechando raíces
en esta enlodada orilla.

El óbolo es agrio metal
bajo mi endurecida lengua,
pero es mi seguro pasaje
a la ribera extraña del Aqueronte.

El remo cala hondo las aguas
llenando el silencio
de espumas removidas.
El mascarón de proa rompe la niebla
y emerge el esperpento de Caronte.
El barquero que me llevará
al vergel del Hades donde te encuentres.

¡ Ay alma mía .  .  . !
Sólo un río me separa de ti.


jueves, 15 de noviembre de 2012

Un instante






La respiración se calma
y la sangre vuelve a su curso.
Se puede sentir como se apaga
cada trozo de luna
anidada en tus poros.

Se muere el instante.
Fallece esa escasez de tiempo
en la oquedad del puño,
mientras el sol florece junto al jardín
al pié de la ventana.

De la noche,
. . . la nada.

Lo poco de ella, se quedó a contraluz
y se asfixiaron sus raíces.

Fue quizás la última.
La que será eterna
en el recuerdo de ese instante.

Por la tarde,
la hélice de tu barca se irá
buscando un norte que no conozco.
Y no podré subir.
No fui invitado por el destino
que me ha dejado
al cuidado de tu sombra.

Sombras que serán viajeras
y moradoras de mil crepúsculos.
Destino que quedará atado
a ese sólo instante.

Que quizás fue el último .  .  .
y donde quizás por esa última vez
me veré llorando,
aferrándome como un niño,
en el fondo de tus ojos.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Volveremos a ser








Seré sólo sombra
cuando el viento arrebate
lo último de mí.
Cuando por esa ventana,
olvidada entreabierta,
mi alma sea también viento
escapando de mi carne.

Se inundará de huérfanos
mi espacio,
buscando hospicio.
Me llenaré de soles
que no podrán atardecer.

Seré la palabra extraviada
buscando el verso.
Gotas de tinta embrujada
sin saber a donde ir,
diluidas en escritos
con sabor a viejo,
y  papeles arrugados
sin nada que decir.

Se llenarán de gusanos
mis manos,
que comerán mis caricias.
Será mi aliento sólo una brisa,
que ni el espejo empañará.

Seré de nuevo polvo y no cenizas.
Seré otra vez la tierra
que sembrarás.
Virgen mi flor renacerá
en todas las primaveras
que te rodeen.
Seré ese polen que merodee,
la rosa en que tú
me esperarás.


jueves, 1 de noviembre de 2012

El último pétalo




Lágrimas que se secan
en el ardor de mis ojos,
ya ciegos,
de tanto mirar tu ausencia.
Se enmudece tu nombre
arrojado al viento,
en ese valle de ecos
que parece tan distante.

Guarecida en las sombras
te has ido,
y más que un puñado de mí
te has llevado.
Sólo tu imagen en mi espejo
quedó plasmada.
Y aquella flor,
que de un cantero,
para ti he robado.

Mercader 
es el silencio de tu olvido.
Verdugo insano
que amalgama mis sentidos.

Apretujando en mi boca
el humo del hastío,
intento en su tibia niebla 
dibujarte.
 
Pero artero y diablo
 mi destino,
me sentencia a ver
como pálida tu rosa, 
llora el último pétalo.

Lo siento caer mecido,
marchito y abatido,
en su fragancia seca.