Hay quienes aman esconderse detrás de una máscara,
ocultando su verdadera identidad,
por temor a ser presa fácil de tanto depredador que anda suelto.
Amantes también de lares desiertos,
quisquillosos de compartir los soles de primavera.
Amantes de caídas libres desde abismos inalcanzables
por aquellos que nunca llegarán a escalarlos.
Peligrosos..., locos..., y solitarios navegantes de mares borrascosos.
También hay mansos y cuerdos, que vuelan sobre aires pocos ventosos.
Hay quienes aman esos besos robados a media noche.
Somnolientos..., melancólicos habitantes de lo romántico,
y amoríos poco salvajes que suelen ser pasajeros.
Hay amantes del oro y el poder..., avaros en su avaricia,
pero reyes mendigos de un espíritu.
Hay magos conejeros y magos sin galera.
Yo también soy amante...,
amante de las cosas buenas y buceador de las malas.
Me gusta escuchar cantar al viento...,
viejo músico el viento,
sabio, casi siempre ignorado..., excepto por los solitarios, locos y poetas,
aquellos que ven oro en el polvo y fantasmas que toman vida en la lluvia.
Yo soy uno de esos,
también conozco los mil caminos que llevan a ninguna parte.
Amo esos caminos sin metas y esos vientos sin barreras.
Me gustan porque huelen a libertad,
y para mí la libertad es escencia de la sangre.
Odioso de la ironía en las palabras.
Codicioso de mi espíritu y mi voluntad.
Amo aquellos que me aman y detesto mis enemigos...,
propios artífices de mi forma de amar.
Soy marioneta de mi Dios..., soy ráfaga de mi viento.
Soy amante despierto que acaricia sueños congelados.
Soy ocaso de tantos amaneceres..., risa, de los que odian lo que amo.
Hay amantes escondidos que aman lo que otros no conocen.
Yo amo lo desconocido. Trepo en los piolines de la lluvia...,
tejo los mantos de la noche..., vuelo con el viento en los caminos...,
soy parte del tiempo....
Soy eterno enamorado.