que se hamacan pudorosas en tus cristales,
me descuelgo.
Vine con la lluvia y la humedad,
a guarecerme en tu cuerpo.
Enciende la hoguera.
Aviva la llama que atiza el invierno.
Yertos, se mecen en mi boca
mil besos escarchados
esperando por ti,
sólo arropados por el frío y tu silencio.
Déjame compartir una vez más,
el calor de tu desnudez.
Libérame de las escamas
de esta ausencia,
que irrita mi piel.
Me duelen las alas,
por no poder volar,
embadurnadas de lodo,
no las puedo agitar.
Me duelen las manos.
Me duele la ausencia.
Me duele el puñal de tu olvido muerto
que mutila mi alma.
Abre la puerta. . .
Cansado estoy de golpear.
Ya no soporto este frío. . .
Con el ángel de tu perdón,
me quiero abrigar.