Tan sólo una lágrima queda,
. . . vacilante,
entre lo alegre y lo triste,
columpiándose en el viento,
hasta decidir donde caer.
El tiempo duerme en un impasse,
y las Patrias se apegan a la memoria,
soslayando lo vivido,
sin saber si se ha sufrido,
o pecado de alegrías.
No quedan mejillas que ofrecer,
sólo unos pares de palmas ajenas,
aplaudiendo un vano discurso
de linaje y potestad.
La palabra sigue siendo esclava
de las lenguas filosas.
Y el corazón del pueblo,
. . . prisionero,
de esos sentimientos cobardes.
Se siembran flores en páramos estériles,
y los crupieres le reparten al Rey,
siempre la misma baraja.
¡¡ Qué magnánimo es el poder. . . !!
cuando te acierta una limosna.
Pero en el escaque del vil tablero,
siempre es el peón,
el primero en fallecer.
Vuelo efímero el de la paloma,
cuando es presa viva
de la cetrería,
alimentando los halcones de la realeza.
Tan solo una lágrima queda,
. . . vacilante,
entre lo alegre y lo triste,
. . . intentando,
desovar algún futuro,
para ser mar otra vez.
El tiempo duerme en un impasse,
y las Patrias se apegan a la memoria,
soslayando lo vivido,
sin saber si se ha sufrido,
o pecado de alegrías.
No quedan mejillas que ofrecer,
sólo unos pares de palmas ajenas,
aplaudiendo un vano discurso
de linaje y potestad.
La palabra sigue siendo esclava
de las lenguas filosas.
Y el corazón del pueblo,
. . . prisionero,
de esos sentimientos cobardes.
Se siembran flores en páramos estériles,
y los crupieres le reparten al Rey,
siempre la misma baraja.
¡¡ Qué magnánimo es el poder. . . !!
cuando te acierta una limosna.
Pero en el escaque del vil tablero,
siempre es el peón,
el primero en fallecer.
Vuelo efímero el de la paloma,
cuando es presa viva
de la cetrería,
alimentando los halcones de la realeza.
Tan solo una lágrima queda,
. . . vacilante,
entre lo alegre y lo triste,
. . . intentando,
desovar algún futuro,
para ser mar otra vez.